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Recientemente hemos escuchado mucho sobre problemas de migración. Al parecer, muchas personas en los Estados Unidos han tenido un despertar súbito, difícil y desafiante a este asunto, al ver cómo muchas familias migrantes han intentado ingresar al país a través de la frontera sur y, desafortunadamente, han sido separadas. No voy a describir aquí el sufrimiento, dolor y trauma que están pasando estas familias migrantes. Hemos escuchado muchas historias sobre esto en las noticias y hemos oído el llanto de niños y niñas preguntando por sus padres y madres, y la desesperación de estos al ignorar el destino de sus hijos e hijas.

Si bien aprecio mucho las movilizaciones para protestar, orar y crear conciencia sobre este asunto, y los efectos que están teniendo en la política de los Estados Unidos y en la conciencia colectiva de la ciudadanía, espero que no lleguemos a sentirnos con una “saturación sobre la migración”, y que en un par de semanas nos pasemos al siguiente asunto social enfatizado por las cadenas de noticias.

Seguramente, los medios informativos pasarán al siguiente asunto (así es como hacen sus ganancias). Sin embargo, espero que, como personas cristianas individuales e iglesias, sigamos involucradas, miremos más allá de estas movilizaciones, y comencemos a hacer algo que confronte las raíces del problema de la migración.

Pero antes de profundizar en este tema, permítanme compartir que la migración es extremadamente difícil.

Como una inmigrante (privilegiada, ciertamente, porque nunca he estado con hambre, sed, o sin techo, documentos, dinero o trabajo), sé lo difícil que es migrar a otro país.

Es difícil comenzar de nuevo, alrededor de personas desconocidas, algunas amigables y otras hostiles, y de diferentes costumbres, hábitos, valores, tradiciones y, a menudo, un nuevo idioma.

Si fue difícil para mí, incluso con todos mis privilegios, no puedo imaginarme lo difícil que es migrar para las personas que carecen de documentos, dinero, un modo seguro de viajar y, a menudo, recursos básicos para sobrevivir, como refugio, comida y agua.

Si es tan difícil e incierto, ¿por qué migran?

La migración es un problema mundial. Mientras que en los Estados Unidos la atención se centra en la migración que ocurre en la frontera sur del país, en este momento Europa está lidiando con una ola masiva de migrantes procedentes de África y Medio Oriente.

También es importante reconocer que, aunque algunas personas como yo, migran por razones educativas o vocacionales, la mayoría de la gente migra debido a problemas económicos (personas migrantes) y a crisis políticas (personas refugiadas).

Exploremos estos asuntos:

Estoy convencida de que la razón principal de la migración es económica. Tenemos una economía mundial que favorece a algunas personas y condena a muchas otras a una vida de insuficiencia, incluso en sus necesidades primordiales, tales como el acceso a agua potable, así como a alimentos, vestimenta, vivienda, educación y servicios médicos básicos.

Permítanme ofrecer este ejemplo. Cada vez que cruzo la frontera sur de Estados Unidos en automóvil para ir a Monterrey, México, mi ciudad natal, debo pasar por una fábrica de artículos electrónicos ubicada aproximadamente a 10 minutos de distancia, en carro, de la línea fronteriza.

Basándome en la marca que anuncian, es obvio para mí que los artículos que producen se venden en los Estados Unidos, y que la compañía también debería estar ubicada en los Estados Unidos. Entonces, ¿qué están haciendo en el lado mexicano de la frontera?

El salario mínimo en México es de $4.71 dólares por día, mientras que el de Texas es de $7.25 dólares por hora. Si yo, como propietaria de un negocio, contrato a una persona para que trabaje para mí en Estados Unidos por un día completo, tendré que pagarle aproximadamente $58.00 dólares por día.

Si contrato a una persona mexicana en México para hacer el mismo trabajo, le tendré que pagar $4.71 dólares por día. Por lo tanto, la persona propietaria del negocio se queda con $53.29 dólares por cada persona que trabaja para ella por un día.

Por supuesto, en ambos lados de la frontera, esta empresa tiene que pagar algún tipo de prestaciones para las personas que trabajan de tiempo completo, además de impuestos y otros costos de producción.

Por lo tanto, si usted tiene un negocio, desea producir su producto con salarios del tercer mundo, y desea vender su producto a precios del primer mundo. Una gran transacción, ¿verdad? ¡Injusta, por supuesto!

Desde la perspectiva de la persona que trabaja, él o ella piensa: “Quiero irme a donde la gente gana $58 dólares por día. Es el mismo trabajo, las mismas horas, pero este dinero extra elevará mis estándares de vida y le proporcionará un mejor futuro a mi familia”.

Ahora, México es un país bien desarrollado que tiene una economía decente y productiva, pero ¿qué sucede en otros países donde las economías están menos desarrolladas, los salarios mínimos son incluso más bajos, o no hay empleos? Entonces, con más razones, la gente quiere migrar a donde están los trabajos bien remunerados.

Nota del editor: Esta es la primera parte de una serie de dos segmentos. La segunda parte está disponible aquí.

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