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¿Cómo podemos hablar de resurrección y vida nueva en un mundo donde el temor y el duelo parecen ser los estados emocionales y mentales dominantes?
El COVID-19 y sus secuelas nos han dañado. Tenemos temor de perder a personas queridas, nuestra salud, empleos y vivienda.
Por otro lado, hay quienes ya han sobrepasado parte de este temor, ya que están en un estado de duelo; doliéndose por la pérdida de salud, personas queridas, casas, trabajos, seguridad financiera y cosas básicas para vivir.
Y luego, está este duelo colectivo de quienes tal vez no han perdido nada significativo, pero de todos modos están con un sentimiento de duelo, al haber perdido la libertad de ir a la tienda, la iglesia, la escuela, un cine o un restaurante.
¿Cómo podemos hablar de resurrección en este tipo de mundo?
No somos las primeras personas en experimentar la resurrección en medio del duelo y del temor. Uno de los textos del leccionario para este domingo de resurrección, Mateo 28:1-10, resalta las emociones de las mujeres que fueron a la tumba. Estaban atemorizadas y dolidas, así como nosotros.
Estaban dolidas por la muerte de Jesús. Como muchas personas hoy en día, estaban experimentando una pérdida profunda. Él que les había traído mucha esperanza había muerto dos días antes, no por causas naturales, sino por tortura y violencia.
El teólogo Jon Sobrino destaca que hay diferentes formas de interpretar la muerte de Jesús. Si bien es cierto que, teológicamente hablando, él murió para traer salvación a la humanidad, históricamente hablando, murió por su insistencia al desafiar a los sistemas poderosos de su tiempo.
¿Qué pasa cuando una persona persiste en desafiar a estos sistemas? Finalmente, el sistema la mata. En este sentido, Jesús se convirtió en un mártir del reino de Dios.
Al ir las mujeres a la tumba, tuvieron temor. Y con razón. La tumba estaba custodiada por soldados que representaban el poder de ese tiempo. ¿Podrían estos soldados detenerlas también? ¿Serían torturadas y asesinadas, así como Jesús?
A pesar de sus temores, las mujeres encontraron el valor para ir a la tumba. Como si todo esto no fuera suficiente, la narración menciona que hubo un terremoto debido a que un ángel del Señor descendió del cielo para mover la piedra de la tumba. La escena fue tal que los soldados temblaron y se quedaron como muertos.
Me imagino que las mujeres estaban petrificadas con todo lo que estaba sucediendo. Su temor fue reconocido por el ángel, de tal manera que sus primeras palabras hacia ellas fueron: “No temáis”.
Luego procedió a compartirles las buenas nuevas de que Jesús había resucitado de los muertos, que se encontraría con sus discípulos en Galilea y que las mujeres eran las encargadas de compartir estas buenas nuevas con los demás discípulos.
¿Cuán claramente escucharon las mujeres las palabras del ángel? No sabemos. Lo que sí sabemos es que después del encuentro con el ángel, tuvieron sentimientos encontrados porque estaban “atemorizadas pero llenas de gozo”.
Inmediatamente después, Jesús mismo se les apareció a las mujeres, diciéndoles el mismo mensaje del ángel y enfatizando nuevamente: “No temáis”.
¿Pueden coexistir juntos el temor y el gozo?
Si bien es cierto que el gozo a menudo se asocia con la alegría, en la Biblia también se relaciona con la paz y la esperanza (Romanos 15:13), la fuerza (Nehemías 8:10), el ánimo (Filemón 1:7), el sufrimiento temporal (Santiago 1:2-3) y el recordar (Salmos 13: 5-6 y 103:2).
Quizás las mujeres conocían este significado profundo del gozo, y es por eso que podían sentir gozo al mismo tiempo que experimentaban temor. Podían recordar con paz y ánimo las acciones pasadas de Dios y de Jesús, y esto les traía esperanza.
En cuanto al duelo, estoy segura de que continuaron experimentándolo. Si bien es cierto que Jesús resucitó de entre los muertos, no era exactamente el mismo. Por ejemplo, su cuerpo era diferente (Juan 20:19). Además, estaba a punto de dejarles de nuevo para ascender al cielo (Hechos 1:6-11).
El temor, el duelo y el gozo podían coexistir en la vida de estas mujeres y de estos primeros discípulos porque habían visto al Jesús resucitado.
Si bien es cierto que continuaron viviendo en un ambiente opresivo y difícil, podían recordar todas las acciones, palabras y promesas de Jesús. Éstas eran su fuente de gozo en medio del temor y el duelo.
En este tiempo de incertidumbre global, temor y duelo, también podemos tener gozo porque hemos experimentado también al Jesús resucitado. Podemos recordar sus acciones pasadas en nuestras vidas y sus promesas fieles.
Mateo 28 termina con la historia conocida como la Gran Comisión. Jesús se reúne con sus discípulos en Galilea y les pide que continúen con su trabajo.
Al mismo tiempo, les hace una promesa muy importante que ha sostenido a la gente cristiana a lo largo de los siglos: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
El recordar lo que Jesús ha hecho por nosotros en el pasado, nos permite tener gozo, paz y esperanza, incluso en medio de este domingo de resurrección tan diferente, porque él es el mismo ayer, hoy y siempre.